ACTO 1
Entran al auto.
Él es un hombre robusto, enfoca su masculinidad en un arma que lleva en su entrepierna al igual que los aires de superioridad que ha cargado por más de veinte años desde que su padre le enseñó a ser hombre y más especialmente cuando sale de los bares acompañado de una o dos mujerzuelas que se suben junto a él en su porche rojo del que es parte en esta historia. Aunque no nos engañemos ya que todos muy bien sabemos que esa placa es desconocida y el auto es robado.
El otro es todo un galán. Es un don Juan del que sabemos su cigarro es el gran amor de su vida. Claro está, después de su esposa y de la gran descendencia que ha dejado en este mundo, pero sería una mentira decir que puede vivir más de un mes sin el tabaco a diferencia que con sus hijos. Y es que no puede pedirle más a la vida, es apuesto y soñador y a consecuencia decide bajar su enorme trasero a las sillas del auto y extender a el amor de su vida por la ventana mientras que el humo llena la escena.
Los dos van de traje, muy elegantes y es que verdaderamente llaman la atención con su presencia que es de clase y que posee el estilo de una mirada lujuriosa con la que suele mirarse les y suelen devolver la mirada.
Al entrar al porche, se sientan, se acomodan las mangas, suben sus lentes de sol y se acomodan el cabello. Se miran, se desvían la mirada y hay un silencio. Los dos exhalan por un momento. Con expresiones serias vuelven a mirarse y arranca el auto.
Encienden la radio.
Empieza la conversación.
ACTO 2
- ¿Cómo ha estado Sara? Pregunta el robusto
- Bien, supongo. Sigue esperando que vuelva, que sea algo así como su hombre. ¿Entiendes lo que digo? No soy un hombre de oficina. Quiere que consiga un trabajo de verdad.
-¿Vale la pena? Mira amigo, tú y yo sabemos que es posible que te aburras de esa muñeca muy pronto, ella quiere sentar cabeza.
- (el fumador no contesta, mira al suelo y aspira el humo antes de preguntar)¿Cómo ha estado tu padre?
- Sigue siendo el mismo cascarrabias de siempre, lo vi hace unos meses. Sigue viviendo en esta ciudad, pero no he hablado con él desde hace un año.
- (Le da una probada más pausada al cigarro y sube una ceja con una mueca mientras que continúa mirando por las ventanas)
Los dos se callan. Vuelve el silencio anterior.
- ¿Qué hiciste con el niño? Pregunta el fumador
- El robusto pone una expresión de asco y responde con una voz gruesa.
Es un cobarde, orinó sus pantalones en cuanto me vio, corrió por la puerta y cayó al suelo después de que salimos.
Hay una pausa entre los dos. El miedo se aloja en la garganta de ambos y después de un rato el fumador vuelve a preguntar.
- ¿Está muerto?
El robusto gira la cabeza lentamente, su mirada es penetrante y apostaría a que él sabe que lo es. Mira al fumador y explota.
- ¡No me mires con esa cara Deivid! ¿Por qué no piensas en la mujer que golpeaste?
- ¡No me hables en ese tono Ian! Si estamos en el auto en este momento es gracias a que calle a esa mujer. No me digas como hacer mi trabajo, por un demonio, no soy un maldito asesino.
La radio hace estática
- ¿Podrías callarte por un momento?, no puedo pensar con esa maldita radio.
- Deberías de preguntar le a el anciano, a ver si él podría.
- CALLATE MALDITO ADICTO, grita mientras que con una mano sujeta el volante y con la otra lo agarra de la corbata y el traje
- SUELTAME MALDITO IMBECIL, VUELVE A REPETIRLO, VUELVE A DECIRLO.
- ¿Qué quieres que repita? ¿eh? ¿Qué eres un don nadie? ¿Qué eres un maldito abusador de mujeres?
-AL MENOS NO SOY UN MALDITO ASESINO, ¿A quién quieres engañar?¿Sigues pensando que eres todo un hombre? Dime que quieres escuchar ¿Qué eres un farsante, un vendedor de humo? Eres un cobarde Ian, no eres un hombre.
El auto acelera, los coches pitan y frente a ellos se ven las luces de un tren que viene en ferrocarril. Se han desviado del camino.
Es la realidad es su esplendor, están en tela de juicio, son ratas en este momento y la verdad los acusa atormentando sus cabezas psicodélicas.
Se miran trastornados, en ellos se apodera un vacío en sus estómagos, la ira los ataca, ya no son dos hombres, no son humanos, saben que es el momento, el auto acelera cada vez más, los dos se miran con demencia y al sacar sus armas y apuntarse el uno con el otro...
ACTO 3
Se desvían a las vías del tren este los arrolla haciendo que el auto vuele, que los cristales salgan disparados y que del capo salgan cientos de billetes verdes que se dispersan en el aire.
El mundo es oscuro, la desgracia se ha llevado sus almas. Hay silencio, es el despertar.
Se prende la radio.
Son las noticias de las once y se escucha a un locutor que en la escena del crimen se atreve a decir.
“Hoy a las nueve de la mañana, se ha llevado a cabo el robo al banco municipal de la región, estamos en la escena del tiroteo que ha dejado vagas esperanzas a las víctimas que siguen aterrorizadas y que se refieren a los sospechosos como despiadados o como el mismo diablo en persona. (se escuchan llantos y gritos a lo lejos, el locutor jadea) No tenemos noticias de estos, se cree que fueron dos o tres hombres que escaparon en un auto rojo a las nueve y treinta de la mañana. Por el momento se sabe que ha habido tres muertes: un anciano, un niño y una mujer que se cree estaba embarazada. (la radio hace estática) Las autoridades hacen todo lo que pueden y les estaremos informando a lo largo del día las nuevas noticias que tengamos del caso, por ahora les informamos a los ciudadanos que cualquier inquietud sea comentada a las autoridades más cercanas’’
La radio se apaga y se enfoca al hombre que aún sostiene el cigarro entre sus dedos.
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