Abril
Sabía que seríamos felices, que podríamos crear algo juntos. Más sin embargo creo que la llegada de agosto significó que sus tristezas se aferraran a mi tan profundamente que delire hasta el punto de pensar que en la carretera y estando en una agonía perpleja podría estar más cerca de ella.
Se que no entiendes mucho Marié, no estarás comprendiendo, no espero que entiendas, creo que ni siquiera yo mismo comprendo.
Sería importante recordar, quizás así lograría que me vieras, quizás así lograría que tu misma pudieras verme de nuevo.
Las puertas se abren a las 6:30
Ese día te vi llegar, siempre me pareció tan estúpido que un literato viajara tanto tiempo solo por el echo de querer saber lo que un miserable como yo, diría de tus escritos y claro también de tus faldas de colores. Te descubrí. Solo querías verme.
Acaso siempre fuiste tan coqueta, Marié ?
-Basta de hablar, pronuncia Marié
Su llegada significó para mi el regreso de la histeria, significó que tuviera que apartar el tiempo de mis martes en la mañana, que tuviera que estar ansioso todo el tiempo, que tuviera que ceder ante miradas dulces y que mi masculinidad qué defendida durante tanto tiempo se viera afectada por esa pequeña de faldas de colores.
Fue el mejor tiempo que recuerdo estando con ella. Abril siempre era hermoso. La luz, tan brillante como su esencia me recordaba la ilusión de tener que despertar y es que llevaba esperándola por tantas noches que tenia presente que no sería algo categórico y que aquel verano tenía preparado algo para los dos que nos volvería fascinantes.
Seguían transcurriendo los meses, después fueron semanas y después días. La noche antes de su partida bajó el mismo techo y las mismas sábanas, dormí por primera vez con ella. Ciertamente no puedo negar, era hermosa y sentía ese aire de pertenencia que me hacia pensar que nunca podría irse.
Tiempo después como si de un fantasma se tratara, no volví a verla, desapareció, no dejo rastro, se alejo y volvió por donde vino.
No estaba demente, la recuerdo, esta en mis memorias.
A pesar de que Marié nunca se fue de la ciudad, nunca volví a verla. Claro esta que seguía recogiéndola los martes en la mañana pero sentía que aquella persona no era misma, la cambiaron, la robaron, ella no es Marié .
Su salud al igual que el estado en su cabeza se deterioro. Lloraba todo el tiempo, nunca logre que las voces en su cabeza pudieran callarse. su cuerpo que en cierta ocasión tanto había llegado a excitarme era tan delgado y flaco que empezaba a cuestionar la idea de que podía volver a ser lo que fue. Tan repentinamente su amor, cariño, y felicidad que eran tan propias de si también se fueron , ya no quería verme, los ojos que tanto había llegado a admirar durante tanto tiempo me miraban con desprecio y cansancio, se repetía incesantemente una y otra vez balbuciones que sigo sin entender hasta el día de hoy. Las voces seguían susurrando le.
Las puertas se cierran a las 6:30
- Marié no vuelve a hablar
Al igual como los meses transcurridos en abril, ella también se fue. Aun no entiendo que era ese algo que habitaba en ella. No entiendo que poseía en su cabeza.
Lo que esta claro es que los reproches, el cansancio y las voces se quedaron conmigo y ahora, al borde de la carretera, encogido, saturado y escéptico sigo esperando, sigo esperando al verano que nunca vuelve, sigo esperando que vuelvas a mirarme Marié. Y que incluso después de despedirme, vuelvas a hablarme. Este es nuestro adiós.
Las voces no han parado de charlar.
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